11 de diciembre de 2014

6 clásicos de la Navidad y cómo sobrevivir a ellos

Llega la navidad y con ella los 6 clásicos de siempre, te mostramos cómo sobrevivir a ellos.

1. El balance de fin de año y los nuevos propósitos

Empieza un nuevo año y en estos días previos surgen las reflexiones sobre cómo ha sido nuestro año y sobre cómo queremos que sea el nuevo que entra.

Se actualizan los buenos propósitos que veníamos arrastrando desde septiembre y que no hemos logrado alcanzar: perder peso, dejar de fumar, ir a ver más a nuestra abuela, mejorar el inglés, hacer ejercicio, leer, reciclar más…en fin, esos clásicos siempre vigentes.

Quizá nos hacemos estas listas llevando un polvorón en la mano, o bajo los efluvios de la tercera copa en nuestra cena de trabajo. Muchos de ellos se quedarán en el camino, pendientes para los buenos propósitos de septiembre, pero… ¡¡¡no perdamos la esperanza!!!.

A fuerza de insistir alguno caerá… Lo importante es comprender que los cambios se llevan a cabo mediante procesos y transiciones.

Ser demasiado rígido puede provocar el efecto contrario, y bloquearnos.

2. Mucha comida y mucho alcohol… cuidado con los suegros, cuñados y jefes!!!

En navidades nos adentramos en terrenos peligrosos: La jungla familiar.

Atención a las meteduras de pata, que con la mezcla de alcoholes se disparan.

En las reuniones de trabajo podemos pasar de la exaltación de la amistad a las confesiones sin filtro que nos pueden dejar en apuros.

Revisemos lo que se cuece dentro de nosotros, para estar al tanto.

3. Encuentros en la tercera fase: las viejas rencillas que surgen en las cenas familiares 

No hay caldo de cultivo mejor para desempolvar viejas rencillas, que la gran mesa familiar bajo el espíritu navideño.

Puede ser que las cenas transcurran en paz y armonía o que se aprovechen esos momentos para soltar los típicos comentarios que esconden resquemor…Cuidado, que se nos ve el plumero!!

4. El ideal de estar feliz versus ser el Grinch de la Navidad

En Navidad parece que tenemos que estar con una sonrisa en la boca y dando muestras de amor y felicidad, hay que ser solidarios y tener buenas intenciones, pero todos sabemos que por mucho lazo rojo que pongamos lo que venimos arrastrando de nuestro día a día no podemos apartarlo, nos lo comemos con el marisco.

Quizá podemos este año ser menos exigentes sobre cómo tenemos o debemos estar en estas fiestas y vivirlas como cada uno pueda.

Por otro lado, hay quienes deciden convertirse en el espíritu contrario, como ese personaje mítico, el Grinch, que pone una mirada muy gruñona a esta época pero a veces no carente de razón: mucha más gente en las ciudades, los atascos, los compromisos sociales, lo excesos…

Hay “Grinches” astutos que optan por un  plan alternativo aprovechando para viajar a sitios recónditos o mantenerse discretamente al margen.

También existe el Grinch activista que decide quedarse para luchar desde el corazón de la navidad.

Estos pueden ser algo molestos si te tocan cerca.

No hemos de confundirnos y no ha de vivirse como algo personal, corresponde a cuestiones suyas.

5. ¡S.O.S. voy a engordar!

Puede que la ansiedad ante todo esto te corte el apetito y no te lances en plancha a la bandeja de polvorones como si fuera el último alimento del planeta.
Pero por lo general, son fechas que llaman a la ingesta pantagruélica.

Por la abundancia de la oferta y el esmero culinario y, sobre todo, como recurso para desenvolverse con soltura ante toda esta fauna familiar y social.

Cuidado con las indigestiones de todo tipo.

6. Compras, compras y más compras

Si ya nuestra sociedad invita al consumo  frenético y al despilfarro, en navidades esto se  convierte en religión.

Peregrinaciones al Corte Inglés, regalos comprados en el último momento y sin ningún criterio…

Parece que lo importante es gastar.  ¿O quizá no pensar?

Entonces… ¿qué recomendamos ante estos clásicos Navideños?

  • Sentido común (¡el menos común de los sentidos!).
  • Flexibilidad, no es tan grave, no nos lo jugamos todo en estos días.
  • Pausa y autoescucha, ESCÚCHATE, percibe tus necesidades, revisa lo que estás haciendo. No te dejes arrastrar.
  • Puesta de límites, has de sentirte bien para compartir con los demás.
  • Permitirte estar como te sientas emocionalmente, no te fuerces ni te exijas.
  • No proyectes tus cosas en los demás, hacerte cargo de lo tuyo te permitirá una convivencia más armoniosa con tu gente.

Así que respira hondo…¡Relájate y disfruta!

¡¡Felices fiestas y feliz año nuevo!!