14 de febrero de 2017
¿Aún sin Media Naranja para celebrar San Valentín?
El mito de la media naranja tiene su origen en Plantón y su obra el Banquete donde según Aristófanes al principio de los tiempos la raza humana era perfecta porque era esférica como una naranja: tenía dos caras opuestas, cuatro piernas, cuatro brazos y se desplazaban rodando. Entonces, los seres humanos se volvieron tan vanidosos que llegaron a compararse con los dioses, por lo que Zeus les castigó partiéndoles por la mitad con un rayo. Después de esto la raza humana anduvo triste alrededor del mundo, condenados a encontrar su mitad para ser felices.
Según éste mito, somos personas incompletas que solo encontraremos la felicidad y la plenitud cuando encontremos a otra persona que los dioses han puesto en algún lugar del mundo y que encaja con nosotros a la perfección.
¿Necesitamos realmente una media naranja?
Creer que necesitamos una media naranja es un hecho social que nos viene impuesto desde hace siglos y es curioso que actualmente sigamos pensando que nos falta una parte para completar nuestro propio ser. Sentirse medio y pensar que podemos encontrar en otro lo que nos haga feliz, lo que nos completa, o lo que da sentido a nuestra vida es un gran error.
Cuando creemos en la media naranja, creemos en la perfección de encontrar a alguien que está hecho para estar con nosotros, creemos en una relación donde todo encaja, que podemos construir nuestra identidad a partir de unirnos con alguien. Sin embargo la perfección es imposible y lo único que necesitamos para soportar el estar incompletos es nuestra propia identidad.
Una pareja está hecha de dos personas independientes que se unen en un momento dado para formar un proyecto de vida en común, son seres diferentes no mitades acopladas, dos personas con su propio espacio en donde surgen naturalmente conflictos. Una relación no puede ser sana si uno de los seres se anula convirtiéndose en parte del otro. Aceptar que la media naranja existe y que “el amor siempre triunfa” puede hacer que aguantemos actitudes intolerables o que nos sintamos vacíos si no tenemos a alguien a nuestro lado.
Existe una gran presión social que nos obliga a continuar la búsqueda de la media naranja, la proliferación de apps para solteros y sitios webs que nos garantizan un match perfecto, nos revela que la sociedad sigue creyendo en una estructura de dos. Nos han hecho creer que vagamos por el mundo incompletos y éste pensamiento puede provocar ansiedad en algunas personas que no paran de cuestionarse si la pareja que tienen a su lado es realmente su media naranja, o viven angustiadas porque pasan los años y aún no la han encontrado.
Pensar que solo tienen a una persona en todo el mundo que les hará feliz y que deben encontrar “al amor de su vida” se convierte a veces en una búsqueda frustrante. No tener pareja no es un hecho alienante, es una decisión personal que como sociedad debemos entender y respetar.
El marketing alrededor del día de San Valentín nos puede empujar a sentirnos mal con la soledad y a intentar una y otra vez ensamblarnos con otra parte de una fruta partida, pero no existe solo una fórmula para ser feliz, dejemos de creer en mitos y cuentos de hadas. Cada persona tiene un proceso en su vida en el que puede decidir estar solo o acompañado.