11 de noviembre de 2014

Amar en tiempos revueltos ¿Se puede?

El amor es un tema que nos atañe a todos, sufrimos de amor, nos encanta el amor y sentirnos amados, pero ¿Se puede amar en tiempos revueltos? ¿Qué nos pasa cuando no tenemos pareja? ¿Por qué a veces nos podemos obsesionar con el hecho de tener a alguien a quien amar como pareja?

“Amar es sufrir. Para evitar el sufrimiento se debe no amar. Pero entonces se sufre por no amar. Luego, amar es sufrir, y no amar es sufrir. Sufrir es sufrir. Ser feliz es amar. Ser feliz es, por tanto, sufrir. Pero sufrir hace que uno no sea feliz.  Así para no ser feliz, se debe amar, o amar para sufrir, o sufrir de demasiada felicidad. Espero que estéis tomando nota.”

Woody Allen. La última noche de Boris Grushencko

No todos amamos de la misma manera, no todos vivimos igual el amor.

Os presentamos una visión particular sobre este tema tan presente.

Parece que sentirnos amados por una persona nos diera un plus, y no conseguir tener un compañero o compañera, nos convirtiera en fracasados, nos restase valor.

Es habitual escuchar la frase: “¿Qué tengo yo, que no consigo a alguien que quiera comprometerse o quiera ser mi pareja?” esto suele ser vivido con mucho malestar y dolor.

“Las relaciones actualmente parecen de ciencia ficción”, el poder coincidir y encontrarse con alguien que busque y quiera lo mismo parece una lotería.

A medida que llegamos a cierta edad, que cada uno estime la que considere, la cosa se complica.

A veces llegamos al amor muy dolidos y rasguñados emocionalmente como para abrirnos sin miedos y paranoias.

Entonces ¿Qué nos pasa con el amor? ¿Cada vez es más difícil?

Vivimos en un mundo que nos empuja al individualismo, solemos escuchar a nuestros mayores “ésta juventud ya no aguanta nada”, y es cierto, como si algo de las prisas de esta sociedad occidental y consumismo fast food se hubiera filtrado al amor.

Los aparatos tecnológicos que nos rodean tienen un tiempo de caducidad limitado, las cosas no se suelen reparar, se tiran y se remplazan, ¿Algo de esto nos está pasando con las relaciones, con nuestra forma de amar? ¿las relaciones son efímeras? ¿Acaso la obsolescencia programada afecta también a las relaciones que establecemos?

Así lo analiza Zygmunt Bauman en su libro El amor líquido y en general en toda su tesis sobre la modernidad líquida.

A esto se le añade una dificultad más: cuando ponemos nuestra valía al servicio del ser o no ser amados, por alguien.

Cuando pensamos que si no tenemos este amor ¡de pronto nada nos vale!

El resto de aspectos de nuestra vida pasan a un cuarto o quinto plano, por no decir que desaparecen y todo se centra en eso que no tenemos: el amor de un otro.

El sufrimiento viene por pensar que algo falla en nosotros, por pensar que no tenemos lo que hay que tener para que alguien se enamore.

Y además nos comparamos y convencemos de que todo lo que hay que tener, lo tiene otra persona.

Nos olvidamos de otras muchas cosas que sí somos y que sí tenemos, nos centramos en lo que no tenemos, en la falta.

Ser una persona, inteligente, trabajadora, exitosa, tener amigos y amigas u otros intereses no es suficiente.

Todo eso pasa a un segundo plano.

¿Por qué tanta dependencia al amor? ¿Por qué nos cuesta disfrutar de todo lo que tenemos cuando este amor falta?

No decimos que no sea maravilloso amar y ser amado.

Pero siempre que no se convierta en una necesidad o una obsesión para poder estar bien con uno mismo.

Podríamos preguntarnos

¿Qué puede haber más allá de esta obsesión?

¿Por qué necesito ser visto, atendido y amado por alguien para ser valioso?

¿Quizás tema hacerme cargo de mí mismo/a, de mi vida y de mis cosas?

¿Delego esa responsabilidad en otro / otra?

¿Es posible que, si convierto a otro en mi salvador/a me eximo de responsabilidades y de equivocarme en la vida?

O ¿Acaso en el fondo sea yo quien no desee comprometerme?

¿Busco personas que no se comprometan para no hacerlo?

¿Es posible que quiera mantener una fantasía infantil donde alguien cuide de mí?

¿Me entrego a otro a cambio de ser amado?

¿Por qué me fijo en lo que me falta y no en lo que tengo?

¿Idealizo la idea de que alguien perfecto (que no soy yo) lo tiene todo para ser amado?

O ¿Idealizo una fantasía de completud?

Son muchas las cuestiones que podemos reflexionar, si no nos quedamos estancados en la queja.

Recuerdo a una amiga que me decía: “ yo no sabía que era así, llevaba 13 años con alguien y siempre he criticado a las mujeres cuya felicidad dependía de una pareja, y ahora que estoy soltera, me ocurre lo mismo y me da rabia. A veces me cuesta estar alegre, me siento desdichada y me pregunto porque no consigo encontrar a alguien, me está costando mucho reanimarme y estar bien conmigo, con mis cosas y con mi vida”.

¿Por qué ponemos la salvación en el amor de una pareja?

¿Es posible vivirlo de otra manera?

Nosotras creemos que sí es posible. Existe la posibilidad de un amor sin sufrimiento.

Al menos no con el plus de drama y angustia de no ser merecedores de él.

Construir una relación más sana y estable puede costar trabajo, puede ser un reto y un desafío en los tiempos que corren.

Puede suponer renunciar a ese ideal de ser el único y el primero para el otro.

Pero renunciando un poco por aquí y un poco por allá, creemos que es posible.

Y menos tortuoso de lo que es esperar imposibles, princesas y príncipes azules que nos otorguen con su amor y su mirada la condición de ser valiosos.

Otra cosa importante es que pensemos qué deseamos.

Si queremos o no una relación, qué tipo de relación, o qué persona deseamos ser dentro de unas posibilidades reales.

Desde ahí, desde una entereza y una fuerza propias, poder elegir con más criterio y más libertad.