12 de abril de 2018

Identidad Alimentaria

La identidad alimentaria es un concepto que rara vez, por no decir nunca, se escucha.

Ni siquiera está claro lo que es.

Si lo buscas en Google apenas encontrarás nada.

Y sin embargo es clave que cada uno de nosotros encontremos esta identidad alimentaria para que estén en armonía nuestra salud física y psicológica.

A menudo pensamos que no nos gusta o nos gusta algún alimento, pero la mayoría de las veces resulta ser porque hemos aprendido que ciertos alimentos tienen unas cualidades particulares, y de esta forma interiorizamos este aprendizaje hasta el punto de pensar que se trata de nuestros propios gustos.

En las personas que tienen TCA ocurre esto con mayor frecuencia e intensidad.

De hecho tienen una gran confusión y ni siquiera, en muchos casos, recuerdan sus propias preferencias.

Son comunes los rituales alrededor de las comidas mantenedores de la enfermedad. Esos rituales surgen desde la convicción de que así se alimentarán mejor.

Mezclan y confunden las señales de su cuerpo, y a menudo distorsionan y rechazan su imagen corporal.

Es desde la consulta de nutrición que empieza el trabajo de ser más consciente para poder cambiar hábitos poco a poco.

La construcción de la identidad alimentaria es un proceso lento, ya que primero hay que desaprender.

Para desaprender la educación nutricional es clave, ayuda a disminuir los miedos y esto hace que se atrevan a probar diferentes alimentos.

Así disminuirá la obsesividad y se podrán relajar y tener una mejor relación con las comidas.

La educación nutricional no trata de  explicar unos conceptos y ya, si no de ayudar a que la otra persona encuentre aquellos alimentos sanos que le hagan sentir bien.

Al inicio conviene ser más directivo y marcar un menú o pautas nutricionales en las que gradualmente vayan desapareciendo los hábitos nocivos y vayan aumentando los beneficiosos en pro de la salud, pero esto debería ser solo al principio, pues el objetivo real es que la persona sea totalmente autónoma en su alimentación y actividad física, y que llegue el momento en que pueda llevar las riendas de su alimentación de forma saludable.

A menudo viven la nutrición de una forma muy estresante, angustiosa y obsesiva por lo que el venir a consulta de nutrición debe ayudar a delegar toda esa presión en la nutricionista.

Al menos para que puedan relajarse un poco. Y gradualmente se le volverá a dar ese papel con los aprendizajes interiorizados. Al final el nutricionista es sólo una guía.

La meta es que la persona alcance el equilibrio entre una alimentación saludable y placentera.