7 de julio de 2017
¿Influye el verano en nuestra salud sexual?
La llegada del verano puede influir en nuestra salud sexual. Nuestros cuerpos, mente y rutina sufren un cambio que puede ser positivo o negativo para la calidad y cantidad de las relaciones sexuales.
En el aspecto biológico, generalmente, en el verano tenemos más energía, la mayor cantidad de horas de sol y el calor estimulan la producción de oxitocinas y endorfinas, provocando así un aumento del deseo sexual. Además, debido al tipo de ropa ligera que usamos, la piel está más expuesta, por lo que el contacto físico es más fácil.
Se dice que el sudor también juega un papel fundamental en el aumento de la libido, ya que las sustancias presentes en el olor corporal son interpretadas como señales sexuales por la parte más instintiva de nuestro cerebro.
Pero biología aparte, el factor psicológico es determinante en el aumento de la frecuencia o la calidad de nuestras relaciones sexuales.
En verano cambiamos nuestros horarios y rutinas, en consecuencia nos relajamos, disponemos de más tiempo libre, menos estrés y nos motivan las actividades fuera de la rutina, por lo que puede que, en general, estemos más dispuestos a tener sexo.
Para las parejas con hijos que se van de campamento o al pueblo con sus abuelos supone unos días de disfrute, debido a la falta de obligaciones y responsabilidades paternas y a la mayor intimidad.
Pero no siempre el verano es positivo para nuestra vida sexual, cada uno de nosotros responde diferente a los estímulos externos y procesa de manera distinta las situaciones de cambio.
Para algunas personas el deseo sexual disminuye con el verano: con las altas temperaturas no siempre es agradable tener contacto con otro cuerpo, además la falta de sueño o descanso propiciado por el calor o los desvelos típicos de estas fechas incide negativamente en el rendimiento y el disfrute sexual.
Los complejos físicos también inclinan negativamente la balanza del deseo: puede que no nos encontremos a gusto en nuestro cuerpo o que sintamos que “debemos ser” diferentes a lo que somos. Los medios nos bombardean con imágenes de cuerpos “perfectos” y puede que la época estival sea muy hostil para personas con fuertes inseguridades físicas o trastornos de alimentación. Descubrir el cuerpo y exponerlo con poca ropa no es agradable para todos.
Por otra parte, durante las vacaciones pasamos más tiempo con la pareja, las actividades y los encuentros sexuales salen de la rutina y no siempre con buen resultado. Puede ocurrir que las expectativas no se correspondan con la realidad, o que la cantidad de horas juntos y la mayor comunicación (o el intento de ésta) actúen en detrimento de la actividad sexual.
Es obvio que como en el resto de los aspectos de nuestra salud mental, el equilibrio de la sexualidad no depende solo de la estación del año en la que estemos. Sin embargo, es un hecho que nuestro cuerpo y nuestra mente cambian motivados por los estímulos externos.
El verano es un buen momento para disfrutar del cuerpo y del sexo, sin inhibiciones ni complejos, ya sea en pareja o en solitario es una época propicia para conocernos, para dar y recibir placer y para encontrar satisfacción física y mental en nuestra sexualidad.
Aber yo no me lo creo pero quiero intentarlo