31 de octubre de 2017
¿Eres de la generación de la falta de deseo sexual?
A la generación que nació con la wifi bajo el brazo, le ha tocado vivir, en apariencia, en las condiciones ideales para disfrutar plenamente de su sexualidad. Sin embargo, diversos estudios confirman que estamos ante la generación de la falta de deseo sexual ¿Es esto cierto? ¿Cómo es posible? ¿Qué consecuencias tiene para nuestra sociedad? ¿Están las relaciones sexuales obsoletas?
Cuando hablamos de deseo sexual nos referimos a las ganas de participar en una actividad sexual, con el fin de obtener placer, ya sea físico o emocional. La falta de deseo sexual es, por tanto, un bajo nivel de interés en cualquier tipo de relación sexual.
¿Cuánto es poco?
Hablamos comparativamente con las generaciones anteriores. Según un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior los Millennials o la Generación Y, tienen menos actividad sexual de la que tenían sus padres a la misma edad. Llama la atención la poca relevancia que ha tenido la noticia, tratándose de un tema tan vital como la sexualidad y que además afecta (según este estudio) a toda una generación.
¿A qué se debe?
Nos encontramos ante un fenómeno poco analizado, pero según los expertos hace falta profundizar en el estilo de vida general de los jóvenes para entender por qué ha bajado la frecuencia de sus relaciones sexuales.
Un factor importante podría ser el ritmo frenético que llevan en su día a día, las generaciones anteriores incorporaban la actividad sexual de manera natural a sus actividades, pero puede que los Millennials deban buscar un hueco en su agenda para dedicarla al sexo. Las actuales jornadas laborales, la exigencia del mercado y los estándares profesionales actuales, sumados a la cantidad de obligaciones y compromisos adquiridos, han dejado poco espacio para la espontaneidad en la cama.
Etiquetar a toda una generación no es lo más acertado, pero está claro que hay características comunes que se pueden distinguir dentro de un ciclo. A los nacidos entre 1982 y el 2004 les caracteriza cierta personalidad individualista y un sentido elevado de la inmediatez (se dice que en general necesitan resultados rápidamente y tienen poca tolerancia al fracaso) ¿Podría ser esto una causa de una falta de vinculación sentimental que desencadene esta actitud apática? ¿Se ha desprovisto de emociones la sexualidad? Habría que reflexionar acerca del hecho de si la falta de deseo sexual viene dada por falta de incentivo mental.
Hay además un punto importante, según los estudios, que tiene que ver con la educación sexual. Porque lejos de haber recibido información completa y abierta han estado expuestos a un modelo educativo higienista centrado solo en la prevención de enfermedades y dejando de lado los beneficios de una sexualidad sana. Es decir, han llegado a la adolescencia sabiendo las graves consecuencias de las ETS, pero mantienen algunos tabúes de generaciones anteriores y algunos no tienen ni idea de la importancia que tiene el sexo en sus vidas. Esto sumado a el exceso de (des)información ¿podría tener como consecuencia una falta de interés o de deseo sexual? Aunque prácticamente no han existido dificultades en los últimos años para encontrar información referente al sexo, puede que estemos frente a una generación que conoce perfectamente el significado del término gang-bang o sapiosexual pero desconoce aspectos básicos de su anatomía, su identidad o sus fantasías. Quizás estamos ante una generación dividida entre los que “ya lo han visto/hecho todo” y sus opuestos que, sobresaturados de libertad, prefieren el compromiso, idealizando sus fantasías sexuales a una sublimación del amor romántico.
Los estudios también revelan que la edad media de iniciación a la actividad sexual se ha adelantado con respecto a las anteriores generaciones, lo cual puede haber traído como consecuencia que la falta de madurez en las primeras ocasiones cree una imagen errónea del disfrute sexual.
Por último y no menos importante habría que tener en consideración el impacto de la tecnología. Encontrar un rollo o flirtear parece ser más fácil que nunca, a simple vista podría decirse que es una herramienta que fomente la frecuencia de las relaciones sexuales, pero ¿El estar tanto tiempo conectados se podría estar traduciendo en falta de vínculos duraderos y contacto personal directo? ¿Salir a tomar una copa con alguien puede no ser tan seductor para ésta generación como pasar la noche junto a Netflix o su PS4? Tal vez la parcela del ocio individual y la hiperconexión estén dejando poco espacio para la intimidad. Llegados a este punto, habría que plantearse ¿Qué consecuencias profundas está causando la tecnología sobre los encuentros afectivos y/o sexuales?
Para valorar las consecuencias que pueda tener sobre la sociedad una generación que adolece de deseo sexual, debemos pensar en los beneficios que podrían estar dejando de percibir: La sexualidad es un aspecto importante de nuestra salud y forma parte de nuestra personalidad. Está probado que la actividad sexual aporta bienestar físico y mental.
No sabemos si estamos ante una generación insatisfecha, puede que al ser una actitud generacional no cause mayor impacto en el individuo. Lo que si dejan claro los diversos estudios es que el sexo (real y frecuente) parece estar en peligro de extinción, algunos países como Japón ya afrontan consecuencias ponderadas y están tomando medidas para aumentar el interés de los jóvenes en tener encuentros sexuales.