8 de octubre de 2013
La terapia es una mano amiga

El siguiente es in testimonio anónimo, que la paciente tituló “La terapia es una mano amiga”:
Cuando empiezas en esto, en mi caso con 14 años recién cumplidos, no eres muy consciente de ello.
Crees que tú lo controlas y que nadie va a poder pararte, porque sabes más que los médicos, que los psicólogos, psiquiatras.
Pero la verdad es que, poco a poco, te vas encerrando en tu propio mundo, alejándote del mundo “real”.
Todo está en un segundo plano: Tu familia, amigos, las cosas que te gustaban…
Al principio se “combina” y vas a clase, haces tus actividades, teatro, baile…
Pero la espiral te va absorbiendo, y el control sobre todo lo que comes, o dejas de comer, se hace mayor.
Te sientes muy bien, genial.
Restringes, comes menos y menos, hasta que sólo tomas agua…
Adelgazas y en todo el proceso, ves cambios en tu cuerpo, y crees que esa es toda tu felicidad, aunque te pases el día fingiendo.
La distorsión aumenta.
Cada vez te ves más gorda, y te rechazas más.
Y todo evoluciona, la comida es el centro de tu vida: Calorías, báscula, agua, comida… Eso es tu vida.
Pierdes el control.
Y en algún momento, te das cuenta de que puedes ser lo más insignificante en el planeta Tierra.
No sólo puedes serlo, sino que tú sientes que lo eres, pero eso, a quién le va a importar. A nadie… A nadie le importará.
Tú has de seguir tu camino, o no… Y cada uno el suyo.
Pero tú estás cansada de existir, de ser nada, de “no ser” en vida.
A veces te aterran las ideas que pasan por tu cabeza.
Pensamientos que mucha gente rápidamente, se encarga de hacer juicios, desde el exterior, y sin ponerse en tu lugar, pueden calificarlo como “masoquistas”.
Son pensamientos oscuros, que nadie imagina poder llevar consigo.
Y te asusta, te asusta mucho, porque no sabes qué efecto pueden tener dichos pensamientos en ti, ni qué efecto tendrán en tu mente.
Hay días en los que no te reconoces en tus propios razonamientos y crees que no puedes ser tú quien piense eso.
Te recorren mil ideas y muchas de ellas te bloquean por sus “tan lejanas” pero no poco probables consecuencias…Quieres desaparecer. Entonces te preguntas si te estarás volviendo loca.
Necesitas dejar de pensar.
Necesitas no pensar nada, dejar la mente en blanco para poder continuar, pero eso es demasiado complejo y casi nunca, por no decir nunca, consigues hacerlo.
No mientras estás dentro de la espiral, lo intentas, pero te frustras, no te aclaras y te hundes más y más.
Tu vida se llena de días de desgana.
Días en los que dejas pasar el tiempo, esperando que llegue un pequeño instante de ilusión, dejas pasar las horas muertas, sin ganas de nada, de nada… ni siquiera de cosas que cualquier otro día estaría deseando hacer.
Horas vacías, muertas, sin vida.
Y vuelves a aquello…Eso de lo que me avergüenzo, eso que prometí no volver a hacerme… Y no sabes cuál es el punto de partida.
Necesitas una Mano Amiga, alguien que te ofrezca estar a tu lado para escucharte, para ayudarte a contrastar con la realidad todos esos pensamientos que permanecen en tu cabeza.
No quieres que te juzguen porque eso es muy sencillo y es lo que menos necesitas.
Siempre habrá personas dispuestas a juzgar lo que haces.
Si sales o no sales, si vas a clase o por el contrario te quedas en la cama, o intentas escapar a otro lugar, si comes o no, y es sorprendente la facilidad con la que la gente opina sobre ello.
Te sientes sola, porque es lo que ves, es lo que vives.
Poco a poco has ido cerrándote a tu entorno. Tienes tu barrera.
Hay una muralla que nadie puede traspasar para hacerte daño, pero tampoco para ayudarte, y dentro de ese pequeño territorio está tu peor enemigo en esos momentos: Tú misma.
Porque ahora, tú eres tanto tu mejor amiga, como tu peor enemiga.
Y te sientes tan sola…
Creo que es el sentimiento que más te duele, el de soledad.
Esa soledad que te agarra y no te suelta.
Esa que sientes aunque, a veces, estés rodeada de gente; gente que no puede traspasar el límite por lo tanto, lo que queda es eso… La soledad y tú.
A mi me costó bastante tiempo, y no sabes como, pero “sin darte cuenta” lo vas intentando día a día.
Pasan semanas, meses, incluso años, pero si estás atenta, y aprovechas los rayitos de luz que entran dentro del mundo que tú has creado más allá de la muralla, las cosas pueden cambiar.
Hay muchas formas, diferentes vías para comenzar a sentir que quieres cambiar.
Es necesario que algo haga “click” en tu cabecita.
Pueden “obligarte” y quizá eso sea una forma de comenzar, otra vía, pero no estoy segura, porque eso a mí no me pasó.
Supongo que si tienes el apoyo de tu familia las cosas serán más sencillas…
La terapia es totalmente necesaria y ahí, al menos en mi caso, encontré la Mano Amiga.
Esa persona que me escucha sin juzgarme, que me ayudó a salir de los límites de mi muralla.
Ella se fue ganando poco a poco mi confianza y me ha ido ayudando a encontrar “mi camino”.
Gracias a ello, poco a poco vas sintiendo que las ganas renacen.
Hay momentos en los que te gustaría renunciar y tirar todo lo que has luchado, todo lo que has ido consiguiendo, que es mucho, porque cada pequeño pasito que das, cada día, es importante.
Comienzas dejando que en tu mundo entren, junto a los rayitos de luz, la voz de esa Mano Amiga.
Después, ella entra en tu mundo, y tú se lo muestras y, en un momento determinado, un día que no imaginas, decides acompañarla fuera.
Vas saliendo de “ese mundo” y las murallas se van abriendo más y más…
Ahora entra y sale gente, aunque a veces sientes que debes encerrarte otra vez; pero en ese camino que tu Mano Amiga y tú, habéis recorrido has ido aprendiendo diferentes cosas.
Has adquirido motivaciones y has aprendido a mirar de otra manera.
A ver las cosas con “más claridad”. Todo esto… Necesita tiempo.
Es un proceso largo en el que habrá subidas y bajadas.
Habrá momentos en los que estás convencida de que puedes “abrir tu mundo al exterior” y convivir de esta manera, pero habrá otros en los que no sea así.
Lo importante es seguir adelante.
Seguir luchando y deseando salir.
Relacionarte con quien tú desees, hacer cosas que te llenen y vivir tu vida.
Dejar de “sobrevivir” para “VIVIR”
Porque si tú quieres, si tú lo decides, buscas ayuda y encuentras tu Mano Amiga, puedes hacerlo.
A veces, te vuelves a perder, y no sabes si alguna vez llegaste a encontrarte.
Es difícil hurgar en las heridas. Hablar del pasado. La carne viva cicatrizó, pero algunas heridas siguen debajo.
Esas veces te aterra la idea de que esa herida nunca llegue a sanar, o peor aún, que resurja con más fuerza, y te asusta que ese sentimiento perdure, y te dices: “Todo está en tus manos, Laura” ¿Seguro? Y vuelves a dudar…
Pero desde que yo entré en el camino de la recuperación, no soporto sentir que mi vida pasa, y no puedo controlarla, no soporto sentirme tan “frágil” (aunque esa no sea la palabra), tan insegura, incapaz…
Mi inseguridad persiste y necesito apoyos, refuerzos, etc. Pero poco a poco, confío más en mí y en mis posibilidades.
Mi camino hacia la salida de todo esto comenzó el 10 de octubre de 2005.
Han pasado ya más de dos años y puedo decir que es la mejor decisión que pude tomar, LA MEJOR, sin duda.
Han sido meses de esfuerzo, meses de confianza en mi psicóloga, de miedos…
Ha habido muchas ocasiones en las que he caído y, de una manera u otra, con más o menos esfuerzo, con ayuda… Me he vuelto a levantar. {*¡¡¡GRACIAS!!!*}
Sé que he crecido en muchos aspectos y en muchos ámbitos.
No sólo mi cuerpo es más Grande… Soy más fuerte de lo que era… Quizá no más fuerte, sino consciente de ello.
Sé que ya tengo casi todo superado y ahora sólo me queda desengancharme del pasado. De todo aquello que me hundió pero me mantuvo “viva”, creo que gracias a todo lo que he vivido no me he vuelto loca.
Y lloro. Lloro pensando en todo lo que he vivido, hay cosas que parecen lejanas, otras parece que sucedieron ayer o hace un par de días.
Todo eso ha formado parte de mi vida y poco a poco, me he ido “construyendo”.
Me ha hecho ser como soy ahora, intento integrar también los sentimientos que no son alegres en mi vida.
¿Las personas no están bien siempre no?
Quiero permitirme cosas y dejar de ser tan exigente conmigo misma (y por ende, a veces, con los demás).
Tengo 22 años y muchas ganas de todo.
Quiero estudiar, quiero viajar, quiero sonreír, quiero buscar, quiero… Quiero vivir.
Eso pasó, está superado.
Soy libre ¿Qué puedo hacer ahora?
Tengo miedo, porque ha pasado tanto tiempo, tantos años…
Pero mi deseo de ser feliz es mucho más fuerte que cualquier otra cosa.
Ahora… Voy a construir mi futuro en base a mi presente y no a mi pasado.
Ahora soy yo, con mis virtudes y mis defectos, pero yo.
Testimonio anónimo*
¡Gran experiencia! ¡Me ha encantado!