14 de marzo de 2018
SI NO ERES FELIZ ERES UN PRINGAO
Da igual por lo que estés pasando, cómo sea tu vida o lo que sientas: DEBES SER FELIZ, porque si no eres feliz eres un pringao.
Éxito, sonrisa, triunfo, fácil, resiliencia, perseverancia, fuerza, victoria, ganar, superación, positivo, optimismo. ¿Tienes estas palabras grabadas a fuego en tu discurso? ¿A qué esperas para ser feliz? ¡El mundo está lleno de confeti de colores y lo mejor está ahí esperándote, solo falta que tú trabajes positivamente para conseguirlo!
Pero para eso, necesitas unos zapatos nuevos para salir este finde al sitio de moda, ser el mejor en tu trabajo, llevar el último modelo de smartphone, no tener tiempo de nada (porque siempre estás haciendo algo), no puedes quejarte, solo publica una enorme sonrisa en todos tus perfiles de redes sociales, obviamente debes comer sano, leer mucho, tomar triptófano y hacer ejercicio (que todo es bueno para salud y te hace feliz). Si no lo consigues, pues te lees un libro de autoayuda mientras te tomas tus ocho vasos de agua al día o haces yoga y si aún así no funciona, copias una frase motivadora en el Instagram, la repites unas veces frente al espejo y la pones en el estado de whatsapp. Fácil ¿no?
Quienes hablan de esto dicen que hay un secreto mágico para conseguirlo, quienes no lo hablan directamente actúan como fuese una verdad absoluta, no ser feliz en esta sociedad te hace ser un fracasado.
Fracasar: Puede que esta palabra sea muy reciente, parece ser que antes del siglo XVII no existía y que tenga su origen en la palabra italiana fracassare que viene a significar algo así como romperse, que a su vez viene de la raíz latina quassare que significa sacudir o dañar. Da que pensar…
¿Estás ya preparado para saber el verdadero secreto?
No hay secreto y no eres un pringao, porque el estado de felicidad permanente no existe. No necesitamos ni debemos ser felices por siempre jamás, porque somos personas con sentimientos y emociones de todo tipo, con circunstancias que construyen una identidad y una realidad que cada individuo interpreta de manera diferente, todas válidas, todas reales, todas legítimas.
Puede que no consigas todo lo que te propongas por mucho que te esfuerces, o sí. Puede también que en algunos momentos te sientas mejor que otros, que pases por dificultades o experiencias satisfactorias. Que te sientas frustrado o pletórico en las diferentes etapas de tu vida, todas válidas, todas reales, todas legítimas.
¿Entonces por qué pensamos que nuestro estado ideal se debe parecer más a un arcoíris lleno de unicornios que a la vida?
La cultura de la felicidad se ha instaurado (ayudada por la del consumismo) hace unos cuantos años en nuestra sociedad y nos ha hecho creer que no está bien sentir tristeza, miedo, frustración, angustia, pena, humillación, soledad, apatía y un largo etcétera de emociones que forman la lista de las palabras innombrables que “solo atraen lo negativo”. O peor aún, nos ha llevado a pensar que nuestra naturaleza humana es errónea y debemos corregirla constantemente encorsetando los sentimientos y mostrando una sonrisa “que atraiga lo positivo”.
Según esta cultura, si eres infeliz eres un pringao (da igual si estas del otro lado del charco, serás igualmente un loser, esto no tiene mas idioma universal que el de sonreír a toda costa y negar el resto) porque nos ha dejado una visión muy reduccionista de la vida: nos dice que el objetivo es simplemente ser feliz y que lo contrario a lograrlo es fracasar. Además, que ante un conflicto o situación difícil la solución está en respirar y “ser feliz”, así, como si tuviésemos un botón de cambio de emociones y que éstas fuesen malas o buenas.
La mayoría de las culturas ancestrales hacen referencia al equilibrio de las emociones, al autoconocimiento y las relaciones con el entorno, sin dar cuenta si son buenas o malas relaciones. Sin embargo, parece ser que en algún momento del estudio de la filosofía, la sociología y la psicología, en nuestra civilización se distorsionó el dolor, el sufrimiento y la culpa, fue entonces cuando el consumismo nos educó para el éxito, porque si somos exitosos, compramos y si somos infelices, compramos también.
La educación para el éxito vino de la mano de la industrialización y se está potenciando con la naciente tercera revolución industrial, porque en un mundo hiperconectado parece que no solo será obligatorio ser feliz, sino que no nos podremos permitir que los demás noten que no lo somos.
Salir de la cultura (o tiranía como algunos le llaman) de la felicidad no significa estar triste, significa reconocernos como humanos, con todo lo que ello conlleva, sin omitir nada. Dando valor a la autenticidad de nuestras emociones, sean cuales sean en cualquier momento de la vida.
Porque si tenemos algo que nos cause infelicidad o genere sufrimiento mentalpodemos aprender a entenderlo, vivir con ello o solucionarlo, pero no deberíamos estar obligados socialmente a esconderlo y sustituirlo.