16 de octubre de 2018

¿Qué tipo de hambre tengo?

A menudo es difícil diferenciar el hambre real del emocional y no paramos a escuchar las señales que nos transmite nuestro cuerpo. Cuando se tiene ansiedad y ésta se gestiona a través de la comida, es fácil confundir y mezclar los diferentes tipos de hambre.

Por eso, realizar una alimentación consciente ayuda a hacer mejores elecciones alimentarias.

El primer paso es aprender a escuchar nuestro cuerpo, (suponiendo que no hay una patología de base que pueda alterarnos) escuchar las señales de hambre-saciedad, y para ello conviene no dar por hecho que “toca” comer o comer por inercia, si no parar a ver si sentimos hambre. Realmente si nos guiamos por el hambre real comeremos lo que necesitamos.

¿Cómo se diferencia el hambre real del hambre emocional?

Detectar qué tipo de hambre tengo no es sencillo, pero sí que hay algunos puntos que nos pueden servir para diferenciarlos, por ejemplo:

  • El hambre real es progresivo y el emocional repentino.

  • El hambre real tiene en cuenta los nutrientes, el hambre emocional no.

  • En el hambre real no influye el estado de ánimo, en el emocional sí.

  • En el hambre real eres consciente de lo que comes, en el emocional no hay ni control ni conciencia ni se disfruta de los sabores.

  • En el hambre real no se siente culpabilidad o malestar, en el emocional sí.

Además de estos puntos habría que tomar en cuenta que cuando se come por hambre emocional generalmente se hace de pie, sin cubiertos y de forma rápida, disminuyendo así nuestra consciencia y nuestro control. De esta forma aumentan las posibilidades de que se vuelva a repetir.

Sin embargo cuando estamos más atentos a nuestras señales físicas, nos tomamos un tiempo para saber qué tipo de hambre predomina, preparamos los alimentos que queremos tomar y nos sentamos, estamos ayudándonos a hacer una alimentación más consciente y por tanto más equilibrada. Lo ideal es poder disfrutar de esa comida.

En el caso que el nivel de ansiedad sea alto y mantenido en el tiempo es recomendable acudir a una terapia psicológica que nos ayude a resolverla.