28 de enero de 2022

10 técnicas para fortalecer tu resiliencia

¿Qué es la resiliencia?

“La resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o una situación adversa”.

Esa es la definición oficial del término resiliencia: una capacidad o potencia propia de los seres vivos, que a menudo creen no tenerla. Supone la habilidad para adaptarse a una situación cuando esta se vuelve negativa, incómoda o desfavorecedora.

Nos gusta pensar también que en el corazón de la resiliencia está la confianza en sí mism@s, pero también la confianza en algo más grande que eso. Las personas resilientes no dejan que la adversidad las paralice. Precisamente encuentran la resiliencia luchando por una meta que trasciende más allá de los límites personales, asimilando el dolor y concibiendo los malos momentos como un estado temporal de las cosas.

El aprendizaje de la resiliencia

Sin duda, existen personas cuya actitud natural frente a la vida ya es, de por sí, resiliente. Se trata de personas con tendencia a aceptar con más facilidad los cambios que se van produciendo en sus vidas. Cambios en sus trabajos, en sus relaciones personales, en sus relaciones de pareja, o incluso en el ecosistema de las tecnologías que tan necesarias se han hecho en nuestras vidas y en nuestros trabajos.

Otras, por el contrario, tienden a pensar que no son capaces de desarrollar la resiliencia. Sin embargo, lo cierto es que sí se puede propiciar un carácter resiliente: es posible incentivar esa capacidad para adaptarnos a nuevos contextos.

Y más aún si se aprende de la mano de una terapeuta profesional con quien el camino se haga un poco más sencillo; hasta que uno deje de temer la adversidad, para poder llegar a disfrutar lo que de bueno tienen los cambios, por más que, a veces, no lo parezca.

¿Es posible ser más resilientes?

Entonces, ¿es posible fortalecer nuestra psique para surfear las olas de la adversidad en lugar de ser arrastrados por el torrente? ¿Cómo es posible que algunas personas sepan gestionar situaciones tremendamente complicadas y dolorosas mientras que otras se desmoronan rápidamente?

Aquell@s que dominan la resiliencia saben prepararse para emergencias emocionales y muestran una enorme flexibilidad ante cualquier adversidad que la vida les presente. ¿Su lema? “Son tiempos difíciles, pero sé que mejorarán”. La mejor metáfora de las personas resilientes es la imagen de una planta de bambú en un huracán: se doblan en lugar de romperse. Es más, incluso si llegan a romperse por un tiempo, saben que no será para siempre.

10 técnicas para reforzar tu resiliencia

Así que sí. Creemos que, a pesar de que la resiliencia puede ser algo intrínseco a la persona, existen mecanismos que pueden fomentarla en tu vida. Lee atentamente estos consejos que te ofrecemos:

1. Conoce tus límites

Las personas resilientes entienden que existe una separación entre quienes son en esencia y los motivos de su sufrimiento temporal. Por supuesto, el estrés y los traumas pueden influir en su vida, pero no influyen en la esencia de su identidad.

2. Mantén buenas compañías

Las personas que practican la resiliencia tienden a rodearse de otras personas resilientes, tanto en su día a día como cuando necesitan apoyo. Las personas con esta cualidad son normalmente solidarias y empáticas, por lo que son capaces de brindarnos el espacio para desahogarnos y trabajar a través de nuestras emociones.

Las personas que conocen y practican la resiliencia saben cómo escuchar y cuándo ofrecer el aliento que necesitamos, sin tratar de resolver todos nuestros problemas con sus consejos. Las buenas compañías saben cómo estar ante la adversidad, calmándonos en lugar de frustrarnos.

3. Cultiva la autoconciencia

Estar feliz de forma inconsciente puede ayudarnos a superar un mal día, pero no es una estrategia muy eficaz a largo plazo. La autoconciencia nos ayuda a conectar con nuestras necesidades tanto psicológicas como fisiológicas: desde saber qué necesitamos y qué no, hasta cuándo es el momento de pedir ayuda.

Solo cultivando la autoconciencia sabremos escuchar las señales que nos envían nuestro cuerpo y nuestras emociones.

4. Practica la aceptación

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional y sanar heridas lleva su tiempo. Cuando estamos afrontando una etapa adversa en nuestra vida, solo queremos que el dolor desaparezca. De la misma forma, que ansiamos eliminar el dolor de un plumazo cuando vemos sufrir a alguien que queremos.

En cambio, las personas que practican la resiliencia entienden que el dolor forma parte de la vida y que las etapas en las que estará presente vienen y van. Por difícil que parezca en el momento, es mejor aceptar la verdad del dolor que ignorarlo, reprimirlo o negarlo. La aceptación no se trata de darse por vencido y dejar que el sufrimiento lo abarque todo, se trata de ver más allá y confiar en que esa etapa pasará y nos recuperaremos.

5. Vive en conciencia plena

Vivimos en una era en la que somos maestr@s de la distracción: televisión, comer en exceso, abusar de las drogas, conductas de riesgo… En medio de todo esto, es importante que sepamos darle a la atención plena la importancia que tiene.

Pero, ¿en qué consiste exactamente? Básicamente en vivir en el aquí y el ahora y estar presente en cada momento sin juzgar ni evitar. Se necesita práctica, pero es una de las formas más puras y antiguas de curación y desarrollo de la resiliencia.

6. No puedes controlarlo todo

Cuando nos esforzamos de forma excesiva por encontrar respuestas a preguntas difíciles frente a eventos traumáticos, conseguimos exactamente lo contrario: impedimos que las respuestas surjan naturalmente en su debido momento.

Tomar conciencia de la idea de que no podemos controlarlo todo, así como confiar en el curso natural de las cosas, puede ser la clave para encontrar la fuerza y la paz para seguir adelante.

7. Practica el autocuidado

No cabe duda de que cuidarse a sí mism@ es un hecho fundamental para una vida exitosa. Dedica cada día un momento exclusivamente para ti, mantén una alimentación equilibrada, duerme suficientemente, haz ejercicio, respira, medita…

Puedes tener una lista de buenos hábitos en la que poder apoyarte si la motivación flaquea.

8. Aprende a pedir ayuda

Las personas resilientes saben cómo pedir ayuda. Y además saben hacerlo con personas que no solo serán oídos atentos, sino que les ayudarán a reflexionar cuando estén demasiado abrumad@s para afrontar con serenidad la adversidad.

No solo consiste en apoyarse en los demás, sino saber hacerlo de manera efectiva y proactiva. Y recuerda: está bien comunicar a nuestro entorno cuál es el apoyo útil que necesitamos.

9. Todo depende de la óptica

Pregúntate qué partes de tu vida son permanentes y cuáles pueden cambiar. Es posible que veas de forma diferente veas esa situación por la que estás pasando y que tanto te angustia. Este sencillo ejercicio puede ayudarte a  ejercer una comprensión realista de tu situación sin que sea influenciada por otras interpretaciones.

Las forma en la que vemos e interpretamos las historias de nuestra vida irá cambiando a lo largo de nuestra vida, según maduremos y evolucionemos. El simple hecho de ser conscientes de esto puede ser la clave para ejercer un pensamiento más optimista y, por ende, desarrollar un poquito más tu resiliencia.

10. Plasma tus pensamientos sobre el papel

Cuando estamos abrumad@s, nuestros pensamientos pueden arremolinarse a una velocidad vertiginosa en nuestra mente. Puede ser un gran alivio cultivar la costumbre de sacar los pensamientos de tu cabeza para ponerlo en un papel.

Las personas que se involucran en la escritura expresiva se muestran sin duda más felices y menos negativas que antes de escribir. Del mismo modo, los informes de síntomas depresivos y ansiedad general tienden a disminuir en las semanas y meses posteriores a escribir sobre trastornos emocionales.

Puedes consultar con nuestras terapeutas especializadas sobre el modo cómo mejorar esta capacidad de forma que puedas enfrentar mejor… lo que esté por pasar. Y así, de paso, nos dará un poquito menos de miedo.