26 de noviembre de 2018
Autoestima + Sororidad + Inclusión = Menos Misoginia
El sistema patriarcal en el que hemos sido criadas nos ha enseñado que las mujeres debemos competir entre nosotras. La mayoría tenemos una misoginia interiorizada que hace que no nos consideremos iguales, no seamos solidarias entre nosotras, y lo que es peor, nos ataquemos las unas a las otras.
Nos hemos creído que somos débiles, princesas, manipuladoras, que nuestras hormonas rigen nuestro razonamiento y muchas otras falacias más que funcionan como mecanismo de control, porque ¿Cómo se puede controlar más fácilmente a un género entero? Pues haciendo que se controlen ellas mismas …
En mayor o menor medida, juzgamos a nuestras compañeras por la ropa que usan, por sus métodos de trabajo, por como educan a sus hijos, por sus habilidades sociales, por su estilo, por entender el feminismo de diferente manera, por sus logros y un largo etcétera… Nos criticamos y cuestionamos constantemente nuestra identidad como mujer, como si SER MUJER fuese un concepto homogéneo y absoluto.
Pero existe un arma defensiva contra esa misoginia inconsciente que padecemos muchas: Autoestima + Sororidad + Inclusión.
Lo primero es quererte como Mujer, seas como seas.
La principal variable de a ecuación es íntima y personal, porque nadie puede hacer que te quieras y te respetes, debes sentirlo y pensarlo tú misma.
La autoestima es altamente revolucionaria, quererte tal como eres, por dentro y por fuera te permite salir de una prisión de cánones y prejuicios en la que nos han arraigado culturalmente.
Aprender a conocer tu cuerpo, sentirte bien en él, vestirte como quieras y practicar el autocuidado físico y mental es un ejercicio de poder. Practica el amarte, el no juzgarte ni compararte, el ser auténtica y sentirte orgullosa de ello.
Lo segundo es practicar la Sororidad.
Marcela Lagarde, antropóloga y abanderada del feminismo en Latinoamérica describe la sororidad así: “Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer (…) Sumar y crear vínculos. Asumir que cada una es un eslabón de encuentro con muchas otras y así de manera sin fin. El mecanismo más eficaz para lograrlo es dilucidar en qué estamos de acuerdo y discrepar con el respeto que le exigimos al mundo para nuestro género”
Cuando hablamos de practicar la sororidad nos referimos a construir una “hermandad” o “fraternidad” entre mujeres, aunque obviamente no podemos estar de acuerdo en todo lo que digamos o hagamos todas, simplemente se trata de no agredirnos entre nosotras y de respetarnos a pesar de las diferencias.
Precisamente esas diferencias (étnicas, culturales, ideológicas, políticas y económicas) han servido y siguen sirviendo de arma arrojadiza: ocurre cada día cuando entramos en competición en todas nuestras áreas, en una zona profunda de nuestra psique buscamos estereotipos que nos ayuden a desprestigiar a las que no piensan como nosotras, sin darnos cuenta, nos ponemos la zancadilla, rompemos esa cadena de la que somos todas eslabones.
De ahí la importancia de pensar y sentir libres de prejuicios y protegernos entre nosotras mismas con aceptación y respeto. De sumar la S a la fórmula de la eliminación de la misoginia.
Y es aquí cuando entre el tercer factor de la ecuación: Inclusión
No se trata de hacer un ensayo de género y/o analizar la interseccionalidad, simplemente consiste en que nuestras palabras y nuestros actos no segreguen a otras mujeres.
A veces se nos olvida que el feminismo no va de UNA MUJER sino de LA MUJER y como ese concepto es realmente amplio lo que debe prevalecer, por lo que debemos unirnos, es por conseguir la verdadera igualdad en nuestra sociedad, ni más ni menos.
Nuestras abuelas y nuestras madres ya tenían diferencias y las seguiremos teniendo, sería absurdo pensar que no, pero siendo inclusivas conseguiremos que esas diferentes formas de pensar o actuar nos enriquezcan y empoderen, en vez de debilitarnos, como han venido haciendo hasta ahora.
Es importante sentirnos parte de una unidad y entender que cada pieza de esa cadena puede ser diferente y no por ello dejar de formar parte de esta. Una cadena que se nutre de diferencias es difícil de romper porque conoce todas las realidades.
Independientemente de cómo te consideres, tanto si te sientes identificada con el movimiento feminista o no, si eres una mujer que lucha por la igualdad y quiere dejar de competir con sus iguales, y si ya te quieres y practicas la sororidad, debes sumar a tu fórmula personal la inclusión. Porque de nada vale que legitimemos y apoyemos solo a las que son como nosotras, el resto de las mujeres también nos necesitan, requieren de nuestra tolerancia y entendimiento.
El debate enriquece, es preciso seguir caminos diferentes para abarcar más, pero la meta debe ser la misma.
Así que ya tenemos una fórmula para aprender hoy, a propósito del Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, pongámosla en práctica y enseñémosela a nuestras niñas:
A+S + I = – Misoginia
Empecemos con erradicar la violencia que nos practicamos a nosotras mismas.