Ataque de pánico
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico es también llamado ataque de ansiedad o crisis de angustia.
Es una aparición más o menos repentina, muchas veces sin motivo aparente, de una sensación de miedo intenso acompañado de un importante malestar corporal y una serie de síntomas que pueden variar entre diferentes personas:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblores o sacudidas.
- Sensación de ahogo o falta de aliento.
- Miedo a ahogarse o sensación de atragantarse.
- Náuseas o sensación de vomitar la comida.
- Opresión o malestar torácico.
- Ganas constantes de orinar.
- Molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
- Sensación de que el mundo de alrededor ha cambiado o es irreal en algún sentido, o de que la persona se encuentra como separada de sí misma.
- Miedo a perder el control o volverse loco.
- Miedo a morir.
- Sensación de entumecimiento u hormigueo en diversas partes del cuerpo.
- Escalofríos o sofocos.
- Hiperventilación.
¿Qué es la hiperventilación?
La hiperventilación o ventilación pulmonar excesiva suele aparecer cuando la persona nota determinadas dificultades respiratorias, como puede ser la sensación de no poder aspirar suficiente aire por opresión en el pecho.
Se sabe que hay personas predispuestas a tener un ataque y pueden desencadenar la propia crisis si fuerzan su respiración de forma voluntaria.
¿Qué es una crisis durante el sueño?
En algunas personas pudiera ocurrir que, durmiendo durante la noche, se despiertan bruscamente con síntomas corporales similares a los que aparecen durante un ataque de pánico, todo ello acompañado de una gran angustia ante el temor a que algo grave les está pasando.
¿Qué es la ansiedad anticipatoria?
Es un estado secundario tras la presentación de un ataque de pánico y por el que la persona, a pesar de no sufrir un nuevo ataque, vive atemorizada por la posibilidad de que la crisis se repita.
El “miedo al miedo” es tremendamente incapacitante.
¿Qué hago durante un ataque de pánico?
- La primera vez es la que asusta más, por desconocimiento. Cuando se dan varios ataques, identifica que se trata de una crisis de angustia que ya has tenido en otra ocasión. A pesar del mal rato que pasaste, no significa que vaya a ocurrir nada fatal ni sin remedio.
- Ten confianza en que el ataque de ansiedad no va a deteriorar de forma irreversible tu salud corporal o mental.
- Recuerda que, a pesar de parecer “eterna”, la crisis llega a su máximo en escasos minutos. Intenta despreocuparte de su duración, aceptando que aunque sea un estado muy desagradable, es temporal.
- Busca ayuda sin alarmismos.
- Intenta relajarte lo más posible, entretén tu mente con otras cosas, para no dirigir la atención de forma mantenida a los síntomas.
- Habla si lo necesitas.
- Llora si lo necesitas.
- Busca un lugar tranquilo.
- Respira de forma profunda, calmada y pausada:
La sensación de falta de aire es más subjetiva que real. No es posible ahogarse. Incluso en el caso de llegar a perder el conocimiento por una respiración forzada, los propios mecanismos reguladores del organismo harán que el ritmo respiratorio vuelva a la normalidad, estabilizando la situación.
Cómo prevenir los ataques de pánico
- Descartar que estos síntomas no sean debidos a la ingesta de algún tipo de sustancia ansiogénica: cafeína, anfetaminas o a una enfermedad médica (hipertiroidismo…etc).
- Terapia: imprescindible para entender lo que te está ocurriendo. Si tienes síntomas de ansiedad es importante que lo trabajes, que fortalezcas tus capacidades para controlar tu estado y para comprender tu contexto vital. Es posible que tu ansiedad se deba a otros trastornos como la depresión, la ansiedad generalizada o abuso y dependencia de tóxicos,…etc.
Se requiere una evaluación profesional y tratamiento adecuado. - Ejercicio y actividades que te gusten.
- Relaciones Sociales: proporcionan vínculos de afecto, sentimiento de red y compañía, aumentan la autoestima, amplían nuestros puntos de vista. Hablar, compartir, comunicarte.
- Medicación para casos extremos: el grupo de fármacos más utilizados son los tranquilizantes o ansiolíticos. Se utiliza en algunos casos donde las crisis son insostenibles, como complemento a la terapia.
Ser consciente
Nadie muere de ansiedad. Son miedos psicológicos y síntomas somáticos que nos hacen creer que nos va a pasar algo muy grave, pero el cuerpo y la mente se terminan autorregulando. Son sensaciones transitorias, es decir se pasan, tienen un final, una vez atravesada la crisis. Tampoco significa perder la cabeza o volverse loco.
Se calcula que entre el 1,5 y el 3,5% de la población puede sufrir este trastorno, aunque se ha descrito que hasta un 9,3 % de la población general puede presentar alguna crisis aislada a lo largo de la vida.
Es entonces un trastorno frecuente y transitorio.
Tu cuerpo habla por ti, escúchalo. Si sientes angustia, es por algo significativo, aunque de entrada no encuentres los motivos, o no te parezcan “para tanto”.
Además de abordar los ataques de pánico, es imprescindible ser consciente del contexto vital por el que se están dando. Presta atención no sólo a los síntomas presentes, sino también a los posibles conflictos, actuales o históricos, que estén influyendo en tu vida.
En una terapia comprendes y resuelves los problemas de raíz para encontrar tu tranquilidad y bienestar.