26 de abril de 2018
Violación y Agresión sexual… A propósito del caso Manada
Una violación sexual es un acto en el que un individuo o una manada de ellos se organizan para someter y dominar a una víctima que se encuentra en condiciones de inferioridad, mediante fuerza física y psicológica.
Es la consecuencia de un problema que nace en las estructuras familiares, sociales, educativas y culturales en general.
Cuando en una sociedad las mujeres no tienen igualdad de derechos, sufren violencia verbal, discriminación laboral o violencia física se producen agresiones sexuales, porque automáticamente se convierten en seres inferiores al grupo masculino dominante y tarde o temprano alguno hará uso de su poder.
Los niños y niñas de nuestra cultura son educados bajo premisas patriarcales, donde se enaltece la fuerza de lo masculino y la necesidad de protección de lo femenino. Crecen con la teoría de que somos iguales, pero a la práctica, un género necesita trabajar más para conseguir lo mismo que el otro.
La normalización de actitudes machistas (como pensar que las labores de casa son una responsabilidad femenina, juzgar a una mujer por su forma de vestir o su sexualidad, creer que una mujer de verdad solo lo es si se casa y/o tiene hijos y un largo etcétera) da lugar a que lobos solitarios o manadas agredan, bajo la excusa de complacer sus deseos sexuales, realmente lo que satisfacen es su necesidad de poder.
La mayoría de las veces un violador sabe que está haciendo mal, no es un acto impulsivo ni consecuencia de un desorden hormonal y aunque algunos pueden obtener placer con ello, no es netamente sexual. Un violador entiende que tiene derecho a conseguir lo que desea, solo por el hecho de desearlo, es una acción de supremacía y subordinación.
Así que la causa de la violación NUNCA está en la víctima, independientemente de la situación en la que se encuentre, una persona que no da su consentimiento para tener sexo y se le obliga a hacer cosas que no quiere hacer ESTÁ SIENDO VIOLADA.
Hemos avanzado mucho en temas de igualdad de género, pero cuando casos como los de La Manada salen a la luz, podemos constatar que aún queda mucho por hacer, no solo por la existencia de la violación en sí, sino por las opiniones machistas que ha generado el caso. Una sociedad como la nuestra, que se dice moderna, no puede permitirse que aun algunos jóvenes piensen que “se lo había buscado” o que algunos medios puedan libremente acusar a la víctima y proteger a los presuntos agresores. Lo peor es que la justicia forma parte de la construcción patriarcal en la que vivimos, por lo que es muy probable que, a pesar del revuelo mediático, y el tiempo que se han tomado para dictar sentencia, una mujer que ha sido violada tendrá que volver a su rutina, sintiendo que la sociedad y la justicia le han fallado, como a tanta otras…
“La Manada” se tiene que extinguir y la única forma que tenemos como sociedad para conseguirlo es desmontar esa estructura que hace que los hombres sean más fuertes y más poderosos que las mujeres. Si no tenemos igualdad no podremos asistir a la desaparición de los miles de ataques que se producen en nuestro país cada año, la mayoría de ellos con víctimas anónimas y silenciadas a causa de la cultura del machismo.